Las mariposas excelentes bioindicadores.
El aumento global de temperatura de la tierra en el último siglo, ha supuesto cambios en los ciclos biológicos de las especies.
Panacea Procilla
Aves y mariposas son utilizadas en actividades de educación ambiental y ecoturismo (Carceller 2008).
Un análisis sobre el comportamiento de las mariposas por toda Europa muestra que las áreas de distribución de un 63% de estas especies diurnas, se han desplazado hacia el norte. No obstante, en tan sólo un 6% de este grupo de lepidópteros, se observó un desplazamiento hacia el sur (Parmesan et al. 1999). Estas distancias superan en la mayoría de los casos entre 5 y 50 veces la capacidad de dispersión de las especies como consecuencia del establecimiento de nuevas poblaciones, a medida que las temperaturas aumentaron.
Las mariposas diurnas son pues unos excelentes indicadores de los cambios climáticos y también de la alteración de los hábitats. Su ciclo de vida está ligado a determinadas plantas nutricias y espacios normalmente abiertos (Carceller et al. 2003).
Se conocen entre 18 y 20.000 especies de mariposas diurnas de las que aproximadamente el 90% vive en los trópicos. En Ecuador se han llegado a contabilizar un total de 4.000 especies (Checa 2013). A pesar de estos datos es muy poco lo que se sabe de la ecología de las mariposas tropicales respecto a las mariposas de las regiones templadas (Carceller 2011).
Por otra parte, las mariposas diurnas son muy apreciadas por su gran valor estético. Su belleza las hace muy útiles en campañas de sensibilización a favor de la conservación y la fauna. Esta especial característica de este grupo de insectos, junto a las aves, promuevan un turismo de observación.
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